miércoles, 29 de octubre de 2008

Flores raras

Paseando esta tarde iba mirando al suelo y me he fijado que en los bordes de la acera, entre baldosa y baldosa, crecían flores. No se me ocurre un mundo más hostil para una flor pero allí estaba.

En contra de la teoría darwiniana sobre la selección natural por la cual la naturaleza permite vivir a los individuos más fuertes o inteligentes diré, muy al contrario, que sólo persisten los seres más acomodaticios a su entorno ecológico.

Así me siento yo en el trabajo que tengo desde hace ya doce años (¡Dios santo!). Como el cactus, transformo mis hojas en espinas para evitar la pérdida de energía. Como el camaleón, disfrazo mis sensaciones y me visto de azul y gris para pasar desapercibida. Me hecho rauda como el leopardo para huir de los malos farios, venenosa como aspid para asustar a mis posibles predadores…

Todas estas transformaciones no son un síntoma ni de fuerza ni de inteligencia sino un reflejo de cobardía y torpeza por no mandar todo al garete. Y lo que más me molesta es que soy así en el resto de ámbitos vitales.

En fin, cualquier día de estos desarrollo raíces aéreas y no paro de volar.

(IMAGEN TOMADA DE INTERNET)

lunes, 27 de octubre de 2008

Mapas dasimétricos


Siempre me ha fascinado la cartografía. Podría pasame horas y horas leyendo mapas, imaginando lugares y personas. De hecho, a los pies de mi cama hay colgado un mapamundi como los de los días de colegio. Al acostarme recorro el estrecho de Bering y, con mi don de la ubicuidad, me transporto en décimas de segundo a la isla de Reunión.
Durante mis años de universidad (cuando el trabajo significaba aprendizaje) manejé mapas dasimétricos, como el de la ilustración (de WorldMapper). En ellos se analiza una variable que se refleja en tamaño del territorio. Este mapa en concreto refleja la distribución del PIB a principios de este siglo. Son perfectos para que, de simple vistazo, nos hagamos a la idea de las desigualdades territoriales respecto a recursos, transportes, densidades de población y desigualdades en general.
El tema de esta entrada no va a ser la desigualdad en la distribución de la riqueza. No quiero empezar un lunes pensando en esto porque no quiero imaginar cómo acabaría la semana.
Mi idea sería pensar en cómo quedaría este mapa si se utilizasen variables sentimentales (recuerdos, afectos, anécdotas...).
Si pienso en positivo, en mi mapa dasimétrico tendría un lugar central Roma. El pequeño pueblo de mis padres (con 25 familias estables) tendría una extensión de miles de kilómetros de recuerdos. Madrid, un tercer puesto (no quiero ser desagradecida, pero me cuesta). El sur crecería tanto que podría engullir a este norte orgulloso.
Imaginando a las personas como si fuesen sus propias cartografías, sus cabezas engordarían (por desgracia no siempre), sus rasgos más hermosos crecerían y desaparecerían sus complejos.
Es difícil pero interesante pensar en un mundo dasimétrico.

miércoles, 15 de octubre de 2008

El abrazo

Nadie podría explicarlo.
Yo tampoco pero cuando me abrazas:
el reloj me guiña un ojo,
el calor me invade alma,
la sombra se ilumina,
tú me iluminas,
mis fuerzas se concentran,
las lágrimas se evaporan,
mi piel se licúa,
mi mirada se solidifica.

Nadie podría explicarlo.
Yo tampoco.

martes, 14 de octubre de 2008



Lejano pero magnífico recuerdo de esta película que, sin duda alguna, volveré a ver.

Desde aquí, un abrazo de aire para Guillaume Depardieu.

Muchas gracias por darme a conocer el talento de Jordi Savall.

lunes, 13 de octubre de 2008

El desfile


Los domingos suelen ser días tranquilos, casi mortecinos pero este domingo, 12 de octubre de 2008, teníamos plan. A las 17:30 horas César, un compañero del cole de mi hija, celebraba su cuarto cumpleaños. Yo no soy muy amiga de estas celebraciones y menos con desconocidos pero, como madre sacrificada que soy (pedazo de rol que me autoimpongo) como un clavo aparecí con mi niña el lugar citado. Ella entusiasmada desapareció en un mar de bolas de colores (lástima que no me dejasen entrar con ella) y yo me quedé con las doce aguerridas madres esperando su vuelta.

La tarde pintaba coñazo pero tengo que reconocer que me lo pasé en grande. Primero, los típicos comentarios: mi niño come bien, el mío duerme fatal, pues el mío se come las uñas de los pies (¡qué tendencia a pensar que nuestros hijos son especiales!). Como digo, todo era como yo imaginaba hasta que llegó ella. La conocía sólo de vista y de repente, se hizo grande y con lágrimas en los ojos nos dijo: "A mí, es que me emocionan los desfiles. Ya me ha dicho mi hijo que de mayor quiere ser militar para defender España".
Todavía le estoy dando vueltas. ¿Qué le habrá metido en la cabeza al niño para que con cuatro años quiera defender a España? ¿De qué? ¿Por qué?
¡Qué miedito! Entonces cada una empezó a dar su opinión sobre este tema y el turno se me acercaba. Prometo que yo no quería decirlo pero me salió, me salió poco a poco pero de manera incontrolable... el desfile es... el desfile es... Podría haber dicho miles de calificativos (fascista, absurdo, anacrónico, imperialista, feo, caca...) pero no. Lo único que salió de mi boca fue un "los desfiles son un coñazo". ¡Dios! Yo creo que pusieron algo en las cocacolas pues yo creo que fue el único comentario "crítico" con la mierda de evento. Yo, la Mari, citando a un Mariano que no es el Zurdo.

Cuando salió mi niña la besé, como siempre, y con mucho cuidado le pregunté: Rosa, cariño, ¿qué quieres ser de mayor? y me respondió como siempre "dentista, mamá". Respiré aliviada. No tengo ni idea de por qué quiere ser dentista pero me da igual. Ójala en su vida sólo tenga como enemigos a bacterias y caries que para fabricar trincheras ya ha nacido demasiada gente.

viernes, 3 de octubre de 2008

LA PERSEVERANCIA


Escribo esta historia fundamentalmente para que no se me olvide. Mi hija, de cinco años, me preguntó el otro día:

- Mamá, ¿qué es la perseverancia?

Me quedé atónita. Dudé. Y antes de pensar una explicación sencilla le dije bromeando:

- Algo que ni tú ni yo tenemos.

Me respondió:

- Si no lo tenemos ni tú ni yo, entonces no es importante.

Salió de la cocina y se puso a jugar.

miércoles, 1 de octubre de 2008


El viento veraniego todavía resopla en mi cara. Desde la Punta del Sabinal (Almería) creía escuchar voces mirando al mar. Coro de voces magrebíes, voces negras, voces desesperadas, voces pobres… Imaginaba que estando yo allí podría llegar una patera. Y lo hizo pero yo no vi nada. La guardia civil se encargó de recogerlos y esconderlos. (o devolverlos). Dos años antes apareció en ese mismo punto un delfín enfermo. Lo arribaron a la playa y lo cuidaron, lo mimaron y hasta que su dolencia no cesó no lo enviaron de nuevo al mar.
¿Qué hacemos con los enfermos de pobreza?
¿Qué hago con esta puta conciencia y este sentimiento de culpa?
¿Por qué no soy capaz de olvidar la imagen de dos gitanas italianas muertas en la playa mientras los bañistas siguen como si tal?