miércoles, 31 de diciembre de 2008

Puntos de vista


Oigo atónita desde la cocina el resumen de noticias de televisión:
«El año 2008 se despide con un segundo más para corregir un fallo en el eje de rotación de la tierra». ¿Un fallo en el eje de rotación de la tierra? ¿No será un fallo en la manera que tenemos de medir el tiempo? ¿Será que lo que damos por absoluto a lo mejor no lo es tanto?
«La solución a los problemas en Gaza pasa porque Hamás deje de lanzar cohetes en territorio israelí». ¿Será que somos necios?
Un conocido me dijo que para saber en el mundo en que vivimos había que saber "leer entre líneas". Yo le contesté que primero tenemos que aprender a leer.


FELIZ AÑO A TODOS.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Náusea

Desde un frío domingo burgués, aburrido y tranquilo me siento para intentar sacar de mí esta náusea que me invade el cuerpo. La sinrazón y la barbarie de nuevo, sin ser nueva. A diario nos tiene acostumbrada a vivir con la violencia, el hambre, la injusticia. Pregoneros del buen hacer que bombardean casas donde viven personas como tú, como yo. No aprenderemos nunca o quizá algunos han aprendido demasiado que no hay guerras por fe, sólo el maldito dinero disfrazado de guerra pía, de guerra étnica, de guerra contra el terror. Y ¿qué no es si no la guerra? Terror.
Terror y náusea en una tarde de domingo.
Hoy, me siento palestina.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Experiencias policarbonadas


Tres han sido las experiencias policarbonadas y las tres han sido muy distintas.
La primera, Relatos a cuatro manos, supuso el inicio de una colección. Había que marcar unas líneas generales por las que deberían adaptarse todas las publicaciones posteriores. El proceso fue complicado pero rápido, fundamentalmente por estar en contacto directo con los editores/autores.

De la segunda experiencia, Relatos metropolitanos, disfruté como nunca. Participé en el proceso de cabo a rabo, codo a codo con el Zurdo. Cuando terminamos tenía la certeza de que todo iría bien, que el libro quedaría tal y como habíamos pensado y que su autor quedaría satisfecho.

La tercera experiencia, Blogs de papel, ha sido la más difícil. Las líneas generales ya estaban marcadas pero eran nada más y nada menos que quince las personas a las que ofrecer algo que les gustase o, al menos, que no les molestase. He intentado cuidar al máximo todos los detalles y resultado para mí es positivo. Lo que sí que sé que está bien es el trabajo de todos ellos. He sido una privilegiada y he podido leer todos los relatos antes que los demás. Relatos heterogéneos, bloguer@s de “toda calaña” pero todos con una capacidad muy fuerte para narrar. El contenido supera al continente, como tiene que ser en literatura.

En definitiva, lo único que puedo decir es que ya estoy deseando comenzar con Blogs de papel (2), para quien me quiera oír. Y de nuevo dar gracias a Carlos, Mariano y Shara.
¡Lo que estoy aprendiendo de ellos y con ellos!

viernes, 12 de diciembre de 2008

Lo que me queda por leer

He terminado de leer tres libros. En este orden: La fórmula preferida del profesor de Yoko Ogawa, La tregua de Mario Benedetti y After dark de Haruki Murakami.
Es la primera vez que me atrevo con literatura nipona y, la verdad, ha sido una experiencia muy agradable.


En el primero se trata el tema del amor y el respeto a los mayores, testigos de épocas pasadas y de cómo se llega a la vejez, la muerte y el olvido.

En el segundo el tema es el amor sensual, el verdadero, el que da sentido a la vida y que Benedetti tan bien expresa. Quizá con argumentos más cercanos y con puntos de vista que inevitablemente compartimos, por lejos que estén nuestros hermanos americanos. Una auténtica tregua entre los dos japos.

El tercero me deja la sensación de haber visto una película. Todavía tengo en la cabeza su banda sonora. No tiene la belleza literaria del anterior pero su ritmo es muy fuerte, sin perder fuerza en sus postulados. El amor fraternal y el lado más oscuro de nuestra sociedad confluyen en un relato impactante.

Tres lecturas muy distintas y muy recomendables. Uff... lo que me queda por leer.

martes, 2 de diciembre de 2008

Cinco sentidos: la vista.

Me he asomado a la ventana y he visto crecer las hojas en el árbol que tengo enfrente de casa. He descubierto que el nanosegundero del reloj tiene movimiento. He visto en tus ojos una tristeza que me ha helado el alma. Ahora tengo un microscopio en la mirada.


No me pienso perder ni un detalle. Veo en cuatro dimensiones básicas y las infinitas intermedias. Puedo leer los libros sin abrirlos. Miro y comprendo mucho mejor el mundo. Tengo soluciones para todos los problemas.

Me han puesto gafas y estoy contenta. Ahora lo veo todo más claro y de momento no me parpadea el ojo derecho, que me tenía machacada.
Ahora sólo me queda encontrar un remedio para mi voluntaria sordera.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Las ciudades y sus escritores


El galardón entregado a Marsé me ha hecho recordar a mi familia catalana, la que nunca conocí pero que siempre estuvo presente en los labios de mi madre. Se trataba de un matrimonio con tres hijos varones que se trasladaron del pueblo (Ciudad Real) a Barcelona en busca, fundamentalmente, de trabajo. Todo muy normal pensando que esto ocurrió en los años sesenta, época de las migraciones rurales hacia unas capitales prometedoras, que en el caso de mis padres, recaló en Madrid.

El caso es que para mí, los hijos de este matrimonio, se convirtieron en personajes de novela. El más mayor tuvo muchos problemas. Comenzó a trabajar en una constructora y se enamoró la de la hija del dueño, quince años menor que él. Niña burguesa, guapa, joven… Su padre entró en cólera al enterarse e incluso llegó a enviar matones para evitar lo que el tiempo demostró que era inevitable (parece de Eduardo Mendoza). Sí. Mi primo se casó con ella, tuvo hijos, fueron felices… Ahora él parece un burgués catalán: con su buen acento, es del Barça, vive en un buen barrio y juegan al golf. Y si no lo hacen podrían hacerlo.

El hermano mediano comenzó a trabajar en la Zona Franca, para SEAT. Vive en un barrio obrero y su acento permanece intacto, como cuando salió del pueblo. Por supuesto, es del Espanyol. Quizá sea el menos poético. Tal vez el más interesante.

El tercer hermano se convirtió en hermana. Tuvo que poner más tierra de por medio y marchó a Francia donde vive como una reina regentado sus restaurantes de comida árabe. Se convirtió en mi ídolo infantil. Seis meses en Francia, seis meses en Larache. Seis meses de trabajo y seis meses de asueto (si no fuera por la imagen tan alegre que tengo de él/ella diría que es personaje de Goytisolo).

El caso es que entre mis lecturas y mis fantasías se me hace de Barcelona un lugar muy interesante.

Para una imagen del Madrid de los sesenta os recomiendo (si os dejáis) Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

A cielo descubierto



intemperie
(Del lat. intemperĭes).
1. f. Desigualdad del tiempo.
a la ~.
1. loc. adv. A cielo descubierto, sin techo ni otro reparo alguno.

Cuando el viento es frío y la luz cegadora se produce una violencia ambiental insoportable. Intemperie sensorial. Cuando estás rodeado de siluetas de personas, completamente vacías, sombras que te acompañan en un camino que no llega a ningún sitio. Intemperie intelectual. Cuando amas lo que no conoces o lo que no existe ni existirá, cuando buscas en el viejo baúl los sentimientos más profundos y descubres que no tiene fondo. Intemperie sentimental. Cuando te preocupas por los demás, procuras no hacer daño a nadie, buscas la armonía en tus relaciones y aún así hay alguien que piensa que podrías actuar de otra manera. Intemperie personal.


martes, 25 de noviembre de 2008

Puntos que no deberían tener retorno

La noticia del día: Hernández Mancha regresa para comparar a Rajoy con Gandhi. Como si es para darnos la receta del arroz con leche. Me interesan sus comentarios lo mismo que el futuro político de Juan José Lucas.

Todos los medios de comunicación tienen un filón con la iglesia y los políticos trasnochados. ¡Cuánta audiencia y cuántos euros en juego!

No preguntéis por qué pero casi todas las noches veo, al menos, 10 minutos de un programa que se llama El gato al agua (Intereconomía TV). En él se analizan los temas de actualidad que al final todos terminan enlazando con lo terrible que es Zapatero y la poca idoneidad de Rajoy para su puesto.

El elenco de actores es para alucinar. Contertulios desde la derecha: Julián Lago, Alejo Vidal Cuadras, Juan Manuel de Prada. Contertulios desde la izquierda: Daniel Mújica y Pablo Castellanos. Todos ellos acompañados con una generosa copa de vino tinto (el que toque de promoción). Desde luego, lo que hace el vino no lo hace el agua. Y la inefable Carmen Tomás que, con la azafata, son las que beben agua (eso les quita algo de chispa).

Cuánta polémica absurda y qué retorcimiento en los argumentos. Lo mejor: los SMS que envían los televidentes del estilo "ZP de vacaciones y la gente muriéndose en los aviones". Es un programa realmente hipnótico.

¿Y lo que yo disfruto? ¿Debo contarle esto a mi psicólogo?

viernes, 21 de noviembre de 2008

jueves, 20 de noviembre de 2008

Como el hilo negro

Imagen tomada de http://64dillydally.blogspot.com/
Hoy me han despertado dos frases. “La CEOE propone una flexibilización del despido para que salga más barato y, con los recursos sobrantes, se puedan contratar nuevos trabajadores”. Hay que ser retorcido para llegar a esta conclusión. “Es que siempre se arrima al sol que mal calienta” (literal) es lo que decía una señora sesentona a sus amigas sobre otra ausente. Parece ser que la criticada se hacía la remolona a la hora de pagar las meriendas y, con el dinero reunido, se marchaba a Benidorm con su marido. Ha debido ser el traqueteo del tren el que me ha mezclado las dos frases en la cabeza. Y, efectivamente, lo que me sale es que vivimos en un sistema económico regido por soles pírricos que calientan menos que el sol de hoy en Madrid. Si “anticuado” es tener ideología ¿qué me decís del planteamiento de CEOE? Es más antiguo que el hilo negro. ¿O es novedad que paguemos siempre los mismos (trabajadores por cuenta más que ajena)?


¿Cuándo reciclaremos de verdad, compartiremos y reventaremos este puto sistema de mercado? Así no tendrán que reunirse para conocer la causa de la crisis. No quieren que tengamos conciencia de clase y van por buen camino.

No sé que tiene el día pero estoy de mala hostia. Menos mal que hoy nos vemos, Zurdo, así que procura no darme mucha caña.

viernes, 14 de noviembre de 2008

De azares y girasoles


Cuando me emancipé fui a vivir de alquiler a un pequeño apartamento con dos minihabitaciones y varios ejércitos de cucarachas bien escondidos que consiguieron echarme de allí no sin antes batallar, pero ese es otro tema.

Era un lugar acogedor. Las ventanas estaban orientadas al norte, por lo que los rayos de sol no entraban ni un solo segundo. A los pocos días de estar allí me di cuenta que la cocina se iluminaba cuando desayunaba los fines de semana. Yo pensaba que el mundo se había vuelto del revés, el sol buscando al girasol. Me gustaba pensarlo. Al tercer sábado me asomé y pude ver la trayectoria del reflejo del rayo de sol sobre una ventana para finalmente verter sobre mi cara.
¡Qué complicadas son a veces las cosas! Y qué bien resuelven los azares.

Por cierto, qué bonita película Los Girasoles, con Mastroianni y la Loren en todo su esplendor.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Flores raras

Paseando esta tarde iba mirando al suelo y me he fijado que en los bordes de la acera, entre baldosa y baldosa, crecían flores. No se me ocurre un mundo más hostil para una flor pero allí estaba.

En contra de la teoría darwiniana sobre la selección natural por la cual la naturaleza permite vivir a los individuos más fuertes o inteligentes diré, muy al contrario, que sólo persisten los seres más acomodaticios a su entorno ecológico.

Así me siento yo en el trabajo que tengo desde hace ya doce años (¡Dios santo!). Como el cactus, transformo mis hojas en espinas para evitar la pérdida de energía. Como el camaleón, disfrazo mis sensaciones y me visto de azul y gris para pasar desapercibida. Me hecho rauda como el leopardo para huir de los malos farios, venenosa como aspid para asustar a mis posibles predadores…

Todas estas transformaciones no son un síntoma ni de fuerza ni de inteligencia sino un reflejo de cobardía y torpeza por no mandar todo al garete. Y lo que más me molesta es que soy así en el resto de ámbitos vitales.

En fin, cualquier día de estos desarrollo raíces aéreas y no paro de volar.

(IMAGEN TOMADA DE INTERNET)

lunes, 27 de octubre de 2008

Mapas dasimétricos


Siempre me ha fascinado la cartografía. Podría pasame horas y horas leyendo mapas, imaginando lugares y personas. De hecho, a los pies de mi cama hay colgado un mapamundi como los de los días de colegio. Al acostarme recorro el estrecho de Bering y, con mi don de la ubicuidad, me transporto en décimas de segundo a la isla de Reunión.
Durante mis años de universidad (cuando el trabajo significaba aprendizaje) manejé mapas dasimétricos, como el de la ilustración (de WorldMapper). En ellos se analiza una variable que se refleja en tamaño del territorio. Este mapa en concreto refleja la distribución del PIB a principios de este siglo. Son perfectos para que, de simple vistazo, nos hagamos a la idea de las desigualdades territoriales respecto a recursos, transportes, densidades de población y desigualdades en general.
El tema de esta entrada no va a ser la desigualdad en la distribución de la riqueza. No quiero empezar un lunes pensando en esto porque no quiero imaginar cómo acabaría la semana.
Mi idea sería pensar en cómo quedaría este mapa si se utilizasen variables sentimentales (recuerdos, afectos, anécdotas...).
Si pienso en positivo, en mi mapa dasimétrico tendría un lugar central Roma. El pequeño pueblo de mis padres (con 25 familias estables) tendría una extensión de miles de kilómetros de recuerdos. Madrid, un tercer puesto (no quiero ser desagradecida, pero me cuesta). El sur crecería tanto que podría engullir a este norte orgulloso.
Imaginando a las personas como si fuesen sus propias cartografías, sus cabezas engordarían (por desgracia no siempre), sus rasgos más hermosos crecerían y desaparecerían sus complejos.
Es difícil pero interesante pensar en un mundo dasimétrico.

miércoles, 15 de octubre de 2008

El abrazo

Nadie podría explicarlo.
Yo tampoco pero cuando me abrazas:
el reloj me guiña un ojo,
el calor me invade alma,
la sombra se ilumina,
tú me iluminas,
mis fuerzas se concentran,
las lágrimas se evaporan,
mi piel se licúa,
mi mirada se solidifica.

Nadie podría explicarlo.
Yo tampoco.

martes, 14 de octubre de 2008



Lejano pero magnífico recuerdo de esta película que, sin duda alguna, volveré a ver.

Desde aquí, un abrazo de aire para Guillaume Depardieu.

Muchas gracias por darme a conocer el talento de Jordi Savall.

lunes, 13 de octubre de 2008

El desfile


Los domingos suelen ser días tranquilos, casi mortecinos pero este domingo, 12 de octubre de 2008, teníamos plan. A las 17:30 horas César, un compañero del cole de mi hija, celebraba su cuarto cumpleaños. Yo no soy muy amiga de estas celebraciones y menos con desconocidos pero, como madre sacrificada que soy (pedazo de rol que me autoimpongo) como un clavo aparecí con mi niña el lugar citado. Ella entusiasmada desapareció en un mar de bolas de colores (lástima que no me dejasen entrar con ella) y yo me quedé con las doce aguerridas madres esperando su vuelta.

La tarde pintaba coñazo pero tengo que reconocer que me lo pasé en grande. Primero, los típicos comentarios: mi niño come bien, el mío duerme fatal, pues el mío se come las uñas de los pies (¡qué tendencia a pensar que nuestros hijos son especiales!). Como digo, todo era como yo imaginaba hasta que llegó ella. La conocía sólo de vista y de repente, se hizo grande y con lágrimas en los ojos nos dijo: "A mí, es que me emocionan los desfiles. Ya me ha dicho mi hijo que de mayor quiere ser militar para defender España".
Todavía le estoy dando vueltas. ¿Qué le habrá metido en la cabeza al niño para que con cuatro años quiera defender a España? ¿De qué? ¿Por qué?
¡Qué miedito! Entonces cada una empezó a dar su opinión sobre este tema y el turno se me acercaba. Prometo que yo no quería decirlo pero me salió, me salió poco a poco pero de manera incontrolable... el desfile es... el desfile es... Podría haber dicho miles de calificativos (fascista, absurdo, anacrónico, imperialista, feo, caca...) pero no. Lo único que salió de mi boca fue un "los desfiles son un coñazo". ¡Dios! Yo creo que pusieron algo en las cocacolas pues yo creo que fue el único comentario "crítico" con la mierda de evento. Yo, la Mari, citando a un Mariano que no es el Zurdo.

Cuando salió mi niña la besé, como siempre, y con mucho cuidado le pregunté: Rosa, cariño, ¿qué quieres ser de mayor? y me respondió como siempre "dentista, mamá". Respiré aliviada. No tengo ni idea de por qué quiere ser dentista pero me da igual. Ójala en su vida sólo tenga como enemigos a bacterias y caries que para fabricar trincheras ya ha nacido demasiada gente.

viernes, 3 de octubre de 2008

LA PERSEVERANCIA


Escribo esta historia fundamentalmente para que no se me olvide. Mi hija, de cinco años, me preguntó el otro día:

- Mamá, ¿qué es la perseverancia?

Me quedé atónita. Dudé. Y antes de pensar una explicación sencilla le dije bromeando:

- Algo que ni tú ni yo tenemos.

Me respondió:

- Si no lo tenemos ni tú ni yo, entonces no es importante.

Salió de la cocina y se puso a jugar.

miércoles, 1 de octubre de 2008


El viento veraniego todavía resopla en mi cara. Desde la Punta del Sabinal (Almería) creía escuchar voces mirando al mar. Coro de voces magrebíes, voces negras, voces desesperadas, voces pobres… Imaginaba que estando yo allí podría llegar una patera. Y lo hizo pero yo no vi nada. La guardia civil se encargó de recogerlos y esconderlos. (o devolverlos). Dos años antes apareció en ese mismo punto un delfín enfermo. Lo arribaron a la playa y lo cuidaron, lo mimaron y hasta que su dolencia no cesó no lo enviaron de nuevo al mar.
¿Qué hacemos con los enfermos de pobreza?
¿Qué hago con esta puta conciencia y este sentimiento de culpa?
¿Por qué no soy capaz de olvidar la imagen de dos gitanas italianas muertas en la playa mientras los bañistas siguen como si tal?

martes, 30 de septiembre de 2008

La Clandestina y sus Policarbonados




Desde hace ya casi un año, Carlos, Mariano y Shara, me han dejado meter las narices en su proyecto y yo soy la que tiene que decir gracias. Gracias por hacerme recuperar las ganas de leer, gracias por limpiarme de telarañas los huecos del cerebro, gracias por ayudarme a recuperar las ganas de realizar mi trabajo, gracias por compartir conmigo ideas, personas y circunstancias.
Carlos: Sigo pensando que nos hemos dedicado poco tiempo.
Mariano: Nos hemos dedicado más tiempo y eso es un tesoro que ya nadie me va a robar (y lo que nos queda).
Shara: De las ocho horas diarias, los diez minutos de intimidad son los que merecen la pena, ¿verdad?

Muchos besos para trío y gracias a vosotros.

¿Qué somos capaces por amor?


Cuentan que en los días previos a la invasión de Iraq, un representante de la Cámara Alta vivía una tórrida historia extramatrimonial con una modelo. Su mujer y su dos hijas habían trasladado su residencia a Birmingham con lo cual, el político campaba a sus anchas con su compañera por Londres. Aprovechaban la coyuntura de que el cuñado de él era reportero de la agencia Reuters y estaba de corresponsal en Afganistán, dejando su apartamento libre para ser ocupado por los proscritos.

Una tarde, los amantes quedaron en este lugar. Él llegó primero y encontró a su cuñado descansando en la cama. A duras penas le dio tiempo a enviar un SMS a su compañera para anular la cita.

- Pero, ¿tú no estabas cubriendo Kabul?
- Sí, pero ahora estoy en espera, no sé si me mandarán a Bagdad.
- Y, ¿cuándo lo sabes?
- Depende de tu voto.

Así fue como esa noche no durmió. Estuvo hablando con su modelo y ella le dijo:

- Mañana vota con el corazón.

Y así lo hizo y votó, no con el corazón, sino con lo que se encontró cuatro palmos más abajo.

Hay que joderse con las motivaciones. ¿Cuál sería la de Aznar?

lunes, 1 de septiembre de 2008

Portugal


La salida hacia Portugal desde Madrid se hace por la carretera de Extremadura, que termina en Badajoz. Según sales llegas los municipios de Alcorcón y Móstoles, casi unidos a Madrid, llenos de enormes y feos edificios donde viven millones de trabajadores que todos los días entran por dicha carretera o con el tren de cercanías. Entre medias, los super/mega/hiper centros comerciales donde perdemos la vida sólo por comprar y comprar. Son un auténtico ecosistema del que algunos no pueden salir, fuera no hay nada.

Una vez fuera del hongo madrileño encontramos el campo. Un campo aparentemente estéril, amarillo, salpicado de encinas, viñas, algún olivo, olor a rebaño de ovejas que alterna con el del humo de alguna pequeña industria. Páramo, muchos kilómetros de páramo en la provincia de Toledo y ningún pueblo que reseñar, salvo Talavera de la Reina (horror de los horrores), pero el destino hace pasar por alto todo este camino conocido por los fines de semana en los que de vez en cuando los capitalinos decidimos huir. Al fondo la sierra de Gredos (montaña, frío, nieve, agua, ríos, verde, piedras y pueblos serranos).

Llegando a la provincia de Cáceres el paisaje vuelve a cambiar, se vuelve más atractivo no tanto en lo natural como en lo histórico: Trujillo y Guadalupe. Toda la provincia se encuentra atravesada por valles conocidos: la Vera y el Jerte donde la naturaleza se vuelve más agreste y los frutales proporcionan la falsa alegría que nos transmite el verano. No hay nada como madrugar para viajar y parar a desayunar en carretera. Seguimos de camino a Badajoz. El paisaje sigue siendo monótono y la capital no resulta muy atractiva. Nunca había sido tan consciente de lo lejos que está y lo metida que anda en Portugal. Ya estamos en la frontera.

Es una frontera sin aduana, sin controles (qué decepción, añoranza de un pasado sin globalizar). Notas el cambio de país porque el móvil se vuelve loco (todas las empresas de telefonía se disputan tus conversaciones) y las señales de tráfico tienen aspecto diferente. El paisaje se vuelve más sinuoso, con miles de colinas y casas dispersas. Pasamos Elva y Ébora. Este paisaje de dehesa nos acompaña hasta prácticamente Lisboa. Es lo que ocurre con estas fabulosas autopistas, que nos permiten desplazarnos rápidamente pero nos dejan sin saborear los contornos de las ciudades.

Según se llega a Lisboa lo primero que hay que hacer es cruzar el Tajo. 17 kilómetros a través del puente Vasco da Gama (espeluznante y bello), símbolo de modernidad para los lisboetas. Circunvalando la ciudad y ya ansiosa por encontrar el mar. Todavía me quedan 80 kilómetros para llegar a mi destino: Caldas da Rainha. Otra autopista. Pero aquí sí que hay un auténtico cambio paisajístico. Son 80 kilómetros de bosque paralelo al Atlántico, que no se ve pero se nota en la piel y en el olor.
Caldas da Rainha es un pueblo interior pero muy húmedo. El Atlántico tiene tanta agua que sus vapores se desplazan bastantes kilómetros hacia el interior. Como el terreno es bastante elevado hace de pantalla, generando nubes y mucha niebla matinal (todos los días despertábamos pensando que iba a llover). Lo más destacable del pueblo es su plaza, con su mercado diario de verduras, gallinas y conejos vivos, quesos, cerámica... recuerda a los mercadillos españoles de hace unos años. Las apariencias hacen pensar que es un país que siempre va por detrás de nosotros pero no es cierto. Es un país más austero pero se nota una vitalidad que en España hace años que no se ve. Las casas más antiguas recuerdan al estilo colonial y de hecho, el edificio que más destaca es el antiguo balneario, decadente y preciosista (Ojos Negros de Nikita Mijalkov o La montaña mágica de Thomas Mann).

Y después la playa, en Foz de Arelho. Allí el mar se junta con el lago de Óbidos cuando la marea está alta y se separa al antojo de la luna. Es alucinante ver como se juntan las aguas de diferentes composiciones, parece mentira que pueda ser tan evidente a nuestros ojos un mínimo en la composición química o en la temperatura (como ocurre en las rías del Cantábrico o en el delta del Ebro). La playa es enorme y para alcanzarla tienes que superar previamente una duna. El ruido de las olas es tan fuerte que parece que el cielo estuviese lleno de cazabombarderos merodeando sin parar. Suele haber poca gente y el agua es muy fría; sólo los surfistas con sus trajes de neopreno se atreven a disfrutar de las olas. El sol calienta pero el aire refresca produciendo una mezcla similar a la que se produce entre el mar y el lago. Los chiringuitos son escasos y la música brasileña. Decenas de paseos descalza por la playa. Mis talones renovaron su piel. Mi piel se oscureció.

Muy cerca estaba el pueblo de Óbidos, una antigua fortaleza por la que parece que no ha pasado el tiempo. Está elevada y cuando vas por la autopista parece un barco encallado en plena meseta. Cuando atraviesas sus puertas te trasladas en el tiempo. Murallas, casas, miles de flores, miles de colores y olores. Como siempre, lo peor somos los turistas que buscamos lo más genuino y no nos damos cuenta que nuestra presencia le quita todo el sabor (nuestras ropas, nuestros relojes, nuestras cámaras, nuestros móviles, las tiendas recuerdos...).

La comida en general es muy parecida a la nuestra. Es rica y variada. Los precios son buenos. Yo soy una fanática del pescado y he disfrutado de lo lindo: sardinhas, dourada, povo (pulpo)... y el descubrimiento del siglo, carne de porco a la alentejana (cerdo al estilo de la región del Alentejo, cocinada con almejas). Los vinos son suaves, principalmente blancos y verdes. Los quesos son suaves y se comen de aperitivo. La cerveza entra sola.

He sido consciente de lo poco que sé sobre este país pero lo admiro por tres cuestiones básicas: una, ganaron la guerra a la corona española y se independizaron para no saber más de ella (lo que intentaron vascos y catalanes pero les salió mal); dos, consiguieron que el ejército apoyara al pueblo en la Revolución de los Claveles, haciendo desaparecer al tirano de Salazar y no esperaron a que muriera como nosotros; tres, expulsaron a sus monarcas.

Peniche forma una península. Es un pueblo con mucha vida y sus playas son difíciles de alcanzar por las tremendas dunas, pero merece la pena sortearlas pues tiene una playa de muchos kilómetros que recorrí completa, casi vacía y con el cielo encapotado. Allí se encuentra el cabo Carboeiro, donde se da una formación geológica muy particular por la acción del mar sobre la caliza. Provoca un paisaje de acantilado con chimeneas geométricas.
Lo más impactante era el rompeolas, que permitía adentrarte muchos metros en el mar y divisar la muralla que rodeaba el pueblo. Me gustaba recorrerlo contigo por la noche. Era un puerto pequeño, de barcos de pescadores.

San Martinho do Porto era un pueblo más discreto y su playa todo lo contrario que la de Peniche. Se trataba de un puerto natural y sus aguas estaban adormecidas. Quizá el baño era más agradable pero perdía el encanto de la fiereza atlántica. Tenía un mercadillo de antigüedades que recorría el paseo marítimo donde las antigüedades se confundían con la quincalla.

Nazaré es espectacular. Playa hermosa, mucha vida, mucha música. Está a dos niveles y para subir a la parte alta hay que coger el funicular, lo que permite tener unas vistas inolvidables. La playa estaba llena tenderetes de viejas vendiendo sardinas desecadas al sol, insertadas en redes sujetas por palos. Todo huele a sal. Todo huele a mar.

Pueblos, kilómetros, olores, personas, flores, tactos,... todos los sentidos abiertos buscando las sensaciones que durante el maldito invierno hemos tenido mermadas. Sentí que estaba recuperando mi mente y mi cuerpo.

El tiempo pasa y la sensación de libertad que produce el inicio de las vacaciones se va amortiguando poco a poco. Se hace inevitable el traslado hacia Lisboa, última oportunidad de ver el contorno de Óbidos y su castillo y de oler el eucalipto con la brisa marina. La llegada a la gran ciudad es un poco fea, como todas. Una avenida circunvala el este de Lisboa, bordeando una especie de bosque donde se colocan las putas. Lo único destacable es que cerca están los restos de un acueducto romano, como una pincelada de belleza en el caos de la inmundicia.

Búsqueda del hotel, cabreos de rigor (por aquí, por allí...). Justo debajo del puente 25 de abril (fecha de la revolución) estaba, entre Belem y Lisboa. El hotel era tan lujoso que no me sentía bien en él, menos mal que sólo eran dos noches. Además, parecía que estaba desafiando a la naturaleza: la inmensidad del puente (coches, trenes...) y los aviones sin dejar de pasar (el aeropuerto lisboeta está tan cerca que los aviones pasan rozando los tejados).

De Lisboa, ¿qué decir?. Ya lo conocíamos pero fue un reencuentro inolvidable. Es una ciudad con mucha vida, incluso nocturna. La primera cita la tenía en Sao Joao, un castillo-fortaleza que te permite ver toda la ciudad y la magnífica desembocadura del Tejo (Tajo). El atardecer más hermoso que puedas imaginar. Te hace sentirte elegido por los dioses si es que existen. Bajada por la Alfama (barrio tradicional bastante deteriorado) hasta llegar a las plazas Rossío y Comerço donde es inevitable pensar que estás en Europa, en la Europa más antigua. El barrio del Chiado está más cuidado y siempre lleno de terrazas y gente que no para de pasear (como yo no hubiese nunca dejado de hacerlo).

Al día siguiente vuelta al coche (lo odio). Esta vez mereció la pena. Salir de Lisboa para bordear la costa hacia el norte. Cascais y Estoril me defraudaron tanto en lo urbanístico como en la calidad de sus playas así que decidimos conocer Sintra (hacia el interior). Un fabuloso equívoco me permitió conocer el Cabo da Rocha, el punto más septentrional de Europa. Una costa elevada y repleta de niebla, una costa escarpada e inhóspita, una costa que invitaba al suicidio por alguna noble causa (afortunadamente no se me ocurrió ninguna).

Y Sintra, como en un cuento de hadas. Castillo, casas de colores dispersas por la montaña, mucho verde, mucha humedad.

Vuelta a Lisboa y vuelta a casa. Vuelta a la normalidad.